¿Cómo se diagnostica la leucemia en niños?
Es muy importante diagnosticar la leucemia infantil tan pronto como sea posible y determinar el tipo de leucemia, para que el tratamiento se pueda adaptar al niño a fin de que se obtengan las mejores probabilidades de éxito. Los exámenes y pruebas que se describen a continuación se usan para diagnosticar la enfermedad, para ayudar a determinar el tipo de leucemia y para medir su grado de avance.
Señales y síntomas de leucemia en niños
Muchos de las señales y síntomas de la leucemia infantil son causados por una carencia de células sanguíneas normales, lo que sucede cuando las células leucémicas desplazan a las células productoras de células sanguíneas normales en la médula ósea. Como resultado, un niño puede que no tenga suficientes glóbulos rojos, glóbulos blancos ni plaquetas normales. Estas carencias se manifiestan en las pruebas de sangre, pero también pueden causar síntomas. Las células leucémicas también pueden invadir otras áreas del cuerpo, lo cual también puede causar síntomas.
Además, muchos de estos síntomas tienen otras causas, y la mayoría de las veces no son causados por leucemia. Aun así, es importante que informe al médico de su hijo sobre estos síntomas de manera que se encuentre y se trate la causa, si es necesario.
Cansancio, piel pálida: la anemia (una disminución de glóbulos rojos) puede causar que un niño se sienta cansando, débil, mareado o con dificultad para respirar. Además, puede hacer que la piel luzca pálida.
Infecciones y fiebre: un niño con leucemia puede desarrollar fiebre. Frecuentemente es causada por una infección que puede no mejorar ni con antibióticos. Esto se debe a la carencia de glóbulos blancos normales, los cuales normalmente ayudarían a combatir las infecciones. Aunque los niños con leucemia pueden tener un número muy alto de glóbulos blancos, las células leucémicas no protegen contra las infecciones como lo hacen los glóbulos blancos normales. Algunas veces las mismas células leucémicas también causan la fiebre al liberar ciertas sustancias químicas en el cuerpo.
Sangrado y aparición de hematomas con facilidad: un niño con leucemia puede presentar hematomas y sangrado frecuente de las encías o de la nariz o sangrado profuso de pequeñas cortaduras. Es posible que le aparezcan en la piel puntos rojos del tamaño de un alfiler causados por sangrado de pequeños vasos sanguíneos. Esto se debe a la carencia de plaquetas, que normalmente detienen el sangrado tapando los orificios de los vasos sanguíneos dañados.
Dolor de huesos o de articulaciones: algunos niños con leucemia sienten dolores en los huesos o en las articulaciones debido a la acumulación de las células leucémicas cerca de la superficie del hueso o en el interior de la articulación.
Inflamación del abdomen: las células leucémicas se pueden acumular en el hígado y el bazo y causar que estos órganos aumenten de tamaño. Esto puede notarse como llenura o inflamación del abdomen. Generalmente las costillas inferiores cubren estos órganos, pero cuando están agrandados a menudo el médico los puede palpar.
Pérdida de apetito y pérdida de peso: si el bazo y/o el hígado se agrandan demasiado, pueden presionar otros órganos, como el estómago. Esto puede limitar la cantidad de comida que se puede ingerir, produciendo pérdida de apetito y pérdida de peso con el tiempo.
Ganglios linfáticos inflamados: algunas leucemias se pueden propagar a los ganglios linfáticos. El niño, uno de los padres, o un profesional médico puede notar los ganglios inflamados como masas debajo de la piel en ciertas áreas del cuerpo (tal como a los lados del cuello, en las áreas de las axilas, sobre la clavícula o en la ingle). También puede ocurrir inflamación de los ganglios linfáticos que se encuentran en el interior del pecho o del abdomen, pero ésta sólo puede detectarse mediante estudios por imágenes, como CT o MRI.
Con frecuencia los ganglios linfáticos se agrandan cuando están combatiendo una infección, especialmente en los infantes y los niños. Los ganglios linfáticos que crecen como una reacción a las infecciones se denominan ganglios reactivos oganglios hiperplásicos. Un ganglio linfático agrandado en un niño con más frecuencia es un signo de infección que de leucemia, pero un médico lo debe revisar y hacerle un seguimiento minucioso.
Tos o dificultad para respirar: con frecuencia la leucemia linfocítica aguda de células T afecta el timo, el cual es un pequeño órgano que se encuentra en el pecho detrás del esternón y frente a la tráquea. El agrandamiento del timo o de los ganglios linfáticos en el interior del pecho puede presionar la tráquea, lo que puede causar tos o dificultad para respirar.
Inflamación en la cara y los brazos: la vena cava superior (superior vena cava, SVC), una vena grande que transporta sangre desde la cabeza y los brazos de regreso al corazón, pasa cerca del timo. El crecimiento del timo debido a un número excesivo de células leucémicas puede presionar la SVC causando que la sangre se “atore” en las venas. A esto se le llama síndrome de la SVC, y puede causar inflamación en el rostro, cuello, brazos y la parte superior del tórax (algunas veces con una coloración roja azulada de la piel). También puede causar dolores de cabeza, mareos y, si afecta el cerebro, un cambio en el conocimiento. Este síndrome puede ser potencialmente mortal y requiere tratamiento inmediato.
Dolores de cabeza, convulsiones y vómito: la leucemia se puede propagar fuera de la médula ósea. Puede propagarse al sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal), testículos, ovarios, riñones, pulmones, corazón, intestinos u otros órganos. Un pequeño número de niños ya tienen leucemia que se ha propagado al sistema nervioso central cuando reciben el diagnóstico. Entre los síntomas de una leucemia que se ha propagado al sistema nervioso central se incluyen dolores de cabeza, problemas para concentrarse, debilidad, convulsiones, vómitos, problemas de equilibrio y visión borrosa.
Erupciones dérmicas, problemas en las encías: en los niños con leucemia mielógena aguda (AML), las células leucémicas se pueden propagar a las encías, causando inflamación, dolor y sangrado. La propagación a la piel puede causar unas manchas pequeñas de color oscuro similares a una erupción dérmica común. Una acumulación de las células de la AML debajo de la piel o en otras partes del cuerpo se llama cloroma o sarcoma granulocítico.
Cansancio extremo y debilidad: una consecuencia poco común, pero muy grave de la AML es el cansancio, debilidad y habla mal articulada. Esto puede ocurrir cuando un gran número de células leucémicas “espesa” demasiado la sangre y desacelera la circulación en los pequeños vasos sanguíneos del cerebro.
Antecedentes médicos y examen físico
Si su hijo presenta señales y síntomas que sugieren que él o ella tiene leucemia, el médico realizará un historial clínico exhaustivo, incluyendo cuánto tiempo se han experimentado los síntomas y si hay o no hay antecedentes de exposición a factores de riesgo. También pueden ser importantes los antecedentes familiares de cáncer, especialmente de leucemia.
Durante el examen físico, el médico se concentrará en cualquier ganglio linfático agrandado, áreas de sangrado o hematomas o posibles signos de infección. Probablemente se examinarán detenidamente los ojos, la boca y la piel, y se puede realizar un examen del sistema nervioso. Se palpará el abdomen para tratar de detectar signos de inflamación del bazo o del hígado.
Puede que su médico también pida obtener muestras de sangre para analizar las cuentas sanguíneas de su hijo. Si los resultados son anormales, puede que el médico le refiera a un oncólogo pediátrico, un médico especializado en tratar cánceres (como leucemia) en niños. Este médico puede ordenar una o más de las pruebas descritas anteriormente.
Tipos de pruebas usadas para detectar leucemia en niños
Si su médico cree que su hijo pudiera tener leucemia, él o ella necesitará analizar muestras de células de la sangre y de la médula ósea de su hijo para asegurarse del diagnóstico. También se pueden tomar otras pruebas de tejidos y células para ayudar a guiar el tratamiento.
Análisis de sangre
Las muestras de sangre para los exámenes de detección de leucemia se toman de la misma manera que para otras pruebas, generalmente de una vena del brazo. En infantes y niños de corta edad, se pueden tomar de otras venas (como de los pies o del cuero cabelludo) o de una punción en el dedo.
Las pruebas que se hacen con estas muestras generalmente son cuentas sanguíneas y frotis de sangre. Se hace un hemograma completo o cuenta sanguínea total (complete blood count, CBC) para determinar el número de cada tipo de célula sanguínea presente en sangre. Un frotis sanguíneo consiste en el esparcimiento de una pequeña muestra de sangre en un portaobjetos de vidrio y la observación de ésta con un microscopio. Los números anormales de los diferentes tipos de células sanguíneas y los cambios en la manera en que estas células lucen pueden hacer que el médico sospeche la presencia de una leucemia.
La mayoría de los niños con leucemia aguda (linfocítica o mieloide) tendrán demasiados glóbulos blancos y no suficientes glóbulos rojos ni suficientes plaquetas. Muchos de los glóbulos blancos de la sangre serán blastos, un tipo de células primitivas que normalmente se encuentra sólo en la médula ósea. Aunque estos hallazgos pueden hacer que un médico sospeche que un niño tiene leucemia, la presencia de la enfermedad, generalmente no se puede diagnosticar con certeza sin observar una muestra de células de la médula ósea.
Aspiración y biopsia de la médula ósea
Las muestras de médula ósea se obtienen por aspiración y biopsia de la médula ósea, dos pruebas que generalmente se hacen al mismo tiempo. Por lo general, las muestras se toman de la parte posterior de los huesos de la pelvis (cadera), aunque en algunos casos se pueden tomar de la parte delantera de los huesos de la pelvis, el esternón (muy rara vez en niños) o de otros huesos.
En la aspiración de la médula ósea, la piel que recubre la cadera y la superficie del hueso se limpia y se adormece con un anestésico local. En la mayoría de los casos, el niño también recibe otras medicinas para reducir el dolor o hasta para dormirlo durante el procedimiento. Luego se inserta una aguja delgada y hueca en el hueso, y se usa una jeringa para aspirar una pequeña cantidad de médula ósea líquida.
Generalmente se realiza una biopsia de médula ósea inmediatamente después de la aspiración. Se extrae un pequeño trozo de hueso y de médula con una aguja ligeramente más grande que se hace girar al empujarse en el hueso. Una vez que se hace la biopsia, se aplica presión en el sitio para ayudar a prevenir cualquier sangrado.
Estas pruebas se usan para diagnosticar la leucemia, y puede que se repitan más tarde para saber si la leucemia está respondiendo al tratamiento.
Punción lumbar
Esta prueba se usa para detectar células leucémicas en el líquido cefalorraquídeo (cerebrospinal fluid, CSF), que es el líquido que baña el cerebro y la médula espinal.
Para esta prueba, el médico primero adormece un área en la parte baja de la espalda sobre la columna vertebral. Por lo general, el médico también le administra medicinas al niño para que duerma durante el procedimiento. Entonces se introduce una pequeña aguja hueca entre los huesos de la columna vertebral para extraer algo de líquido.
Esta prueba se hace rutinariamente en niños con leucemia, pero es importante que la lleve a cabo un experto. Los médicos han descubierto que si la punción lumbar no se realiza por un experto y algo de sangre pasa al líquido cefalorraquídeo (CSF), en algunos casos las células leucémicas pueden entrar y crecer en este líquido.
En niños que han sido diagnosticados con leucemia, una punción lumbar también se puede usar para administrar medicamentos de quimioterapia en el CSF a fin de evitar o tratar la propagación de la leucemia a la médula espinal y al cerebro.
Biopsia de los ganglios linfáticos
Este tipo de biopsia es importante para diagnosticar linfomas, pero raramente se necesita en niños con leucemia.
Para realizar esta biopsia, un cirujano corta la piel para extirpar un ganglio linfático completo (biopsia por escisión). Si el ganglio está localizado cerca de la superficie de la piel, ésta es una operación simple. Sin embargo, pudiera ser más compleja si el ganglio está dentro del tórax o del abdomen. Con más frecuencia, el niño necesitará anestesia general (el niño está dormido).
Pruebas de laboratorio usadas para diagnosticar y clasificar la leucemia
Exámenes microscópicos rutinarios
Como se mencionó anteriormente, las cuentas y los frotis sanguíneos usualmente son las primeras pruebas que se hacen cuando la leucemia es un posible diagnóstico. Un patólogo (un médico que se especializa en pruebas de laboratorio) observa cualquier otra muestra tomada (de médula ósea, tejido de los ganglios linfáticos o líquido cefalorraquídeo) con un microscopio, y el hematólogo/oncólogo (un médico que se especializa en tratar las enfermedades y el cáncer de la sangre) del paciente pueden revisarlas.
Los médicos observarán el tamaño, la forma y los patrones de tinción de las células sanguíneas de las muestras para clasificarlas en tipos específicos (vea la sección “¿Cómo se clasifica la leucemia en niños?" para más información sobre los tipos de leucemia).
Un factor elemental es si las células se ven maduras (como las células sanguíneas normales) o inmaduras (carentes de las características de estas células normales). Las células más inmaduras se llaman blastos. La presencia de demasiados blastos en la muestra, especialmente en la sangre, es un signo típico de leucemia.
Una característica importante de una muestra de médula ósea es su celularidad. La médula ósea normal contiene cierto número de células productoras de sangre y de células adiposas. Se dice que una médula que tiene demasiadas células productoras de sangre es hipercelular. Si se encuentran muy pocas células formadoras de sangre, se considera que la médula es hipocelular.
Citoquímica
En las pruebas de citoquímica, se colocan células de la muestra en una laminilla de un microscopio y se exponen a tinciones (colorantes) químicas que reaccionan solamente con algunos tipos de células leucémicas. Estos colorantes ocasionan cambios de color que se pueden ver a través del microscopio. Esto puede ayudar al médico a determinar los tipos de células presentes. Por ejemplo, una tinción causa que los gránulos de la mayoría de las células de la AML aparezcan como manchas negras en el microscopio, pero no causa que las células de la ALL cambien de color.
Citometría de flujo e inmunohistoquímica
La citometría de flujo se usa para analizar las células de las muestras de médula ósea, ganglios linfáticos y sangre, y determinar con más precisión el tipo exacto de leucemia. Este es un recurso muy importante porque puede ayudar a definir las características únicas de la leucemia. También se ha estado usando para medir la respuesta del tratamiento y la existencia de enfermedad residual mínima (MRD, lea “Factores de pronóstico en la leucemia infantil”) en algunos tipos de leucemia.
La prueba analiza ciertas sustancias en la superficie de las células, lo cual ayuda a identificar el tipo a que pertenecen. Las células de la muestra se tratan con anticuerpos especiales (versiones sintéticas de las proteínas del sistema inmune) que sólo se adhieren a estas sustancias. Las células son luego pasadas por delante de un rayo láser. Si ahora las células tienen adheridos anticuerpos, el rayo láser causa que reflejen luz, que entonces se mide y analiza por medio de una computadora.
La citometría de flujo también se puede usar para calcular la cantidad de ADN en las células leucémicas. Es importante saber esto, especialmente en la ALL, ya que las células con un alto índice de ADN (más de 16% sobre el valor normal) con frecuencia son más sensibles a la quimioterapia, y estas leucemias tienen un mejor pronóstico (perspectiva).
Para las pruebas de inmunohistoquímica, las células de la médula ósea o de otras muestras se tratan con anticuerpos sintéticos especiales. Pero en vez de utilizar un láser y una computadora para el análisis, la muestra se trata de manera que ciertos tipos de células cambien de color. El cambio de color es visible con un microscopio. Al igual que la citometría de flujo, este procedimiento es útil para distinguir los diferentes tipos de leucemia entre sí y de otras enfermedades.
Estas pruebas se usan para determinar el inmunofenotipo de las células; esto es, la clasificación de las células leucémicas de acuerdo con las sustancias (antígenos) presentes en su superficie. Los diferentes tipos de células tienen diferentes antígenos en su superficie. Estos antígenos también cambian conforme cada célula madura. Cada célula leucémica del paciente debe tener el mismo antígeno porque todas ellas se derivan de la misma célula. Las pruebas de laboratorio de los antígenos son una manera muy sensible de diagnosticar y clasificar las leucemias.
Citogenética
Para esta prueba se observan los cromosomas (secciones de ADN) de las células leucémicas con un microscopio para detectar cualquier cambio. Las células humanas normales contienen 23 pares de cromosomas, cada una de las cuales tiene cierto tamaño y se tiñe de cierta manera. En algunos tipos de leucemias es posible observar los cambios en los cromosomas.
Por ejemplo, algunas veces dos cromosomas intercambien algo de su ADN, de manera que parte de un cromosoma se adhiere a parte de un cromosoma diferente. Este cambio, llamado translocación, se puede observar usualmente con un microscopio. El reconocimiento de estos cambios puede ayudar a identificar ciertos tipos de leucemias agudas y puede ayudar a determinar el pronóstico (perspectiva).
Algunos tipos de leucemia tienen células con un número anormal de cromosomas (en lugar de las 46 normales); les pueden faltar algunos cromosomas o tener copias adicionales de otros. Esto también puede afectar el pronóstico de un paciente. Por ejemplo, es más probable que la quimioterapia funcione en casos de ALL donde las células tienen más de 50 cromosomas y es menos probable que sea eficaz si las células tienen menos de 46 cromosomas. (El recuento del número de cromosomas por citogenética proporciona información similar a la obtenida midiendo el índice de ADN por citometría de flujo, como se describió anteriormente).
Las pruebas citogenéticas normalmente tardan de dos a tres semanas porque las células leucémicas deben crecer en cajas de Petri durante un par de semanas antes de que sus cromosomas se puedan observar con un microscopio.
No todos los cambios cromosómicos se pueden ver en un microscopio. A menudo, otras pruebas de laboratorio pueden ayudar a detectar estos cambios.
Hibridización in situ con fluorescencia (FISH)
Este procedimiento es similar a la prueba citogenética. Utiliza tintes fluorescentes especiales que sólo se adhieren a ciertas partes de cromosomas particulares. La prueba FISH puede encontrar la mayoría de los cambios cromosómicos (como translocaciones) que son visibles en un microscopio en las pruebas citogenéticas convencionales, así como algunos cambios que son demasiado pequeños para verlos con la prueba citogenética usual.
La prueba FISH se puede usar para detectar cambios específicos en los cromosomas. Se puede usar en muestras de sangre o médula ósea. Esta prueba es muy precisa y puede usualmente proveer resultados dentro de varios días.
Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
Ésta es una prueba de ADN de alta sensibilidad que también puede encontrar algunos cambios cromosómicos tan pequeños que no se pueden ver con el microscopio, aunque la muestra tenga muy pocas células leucémicas. Al igual que la citometría de flujo, esta prueba puede ser un recurso útil para observar pequeños números de células leucémicas (enfermedad residual mínima, o MRD) durante y después del tratamiento.
Además, esta prueba se puede usar después del tratamiento para ver si quedan incluso pequeños números de células leucémicas, lo que puede no ser visible mediante otras pruebas.
Otros análisis de sangre
Los niños con leucemia se someterán a pruebas para medir ciertas sustancias químicas en las sangre a fin de evaluar el funcionamiento de sus sistemas corporales.
Estas pruebas no se utilizan para diagnosticar leucemia, pero en los niños que ya se sabe que la tienen, pueden ayudar a detectar daño en el hígado, los riñones y otros órganos causados por la propagación de las células leucémicas o por los efectos secundarios de ciertos medicamentos de quimioterapia. Con frecuencia se hacen pruebas para medir los niveles de ciertos minerales importantes en sangre, así como para asegurarse de que el proceso de coagulación de la sangre sea normal.
También se pueden hacer análisis para detectar infecciones en la sangre de los niños. Es importante diagnosticar y tratar rápidamente las infecciones en los niños con leucemia, ya que su sistema inmune debilitado puede permitir que estas infecciones se propaguen rápidamente.
Estudios por imágenes
Los estudios por imágenes utilizan ondas sonoras, rayos X, campos magnéticos o partículas radiactivas para obtener imágenes del interior del cuerpo. La leucemia por lo general no forma tumores. Por lo tanto, los estudios por imágenes no son tan útiles como lo son para otros tipos de cáncer. No obstante, si se sospecha la presencia de leucemia, o ya se ha diagnosticado, el médico de su hijo puede pedir que se hagan algunos de los siguientes estudios por imágenes para tener una mejor idea del grado de la enfermedad o para identificar otros problemas, como infecciones.
Radiografías del tórax
Los rayos X torácicos pueden ayudar a detectar un timo o ganglios linfáticos del pecho agrandados. Si los resultados de esta prueba son anormales, se puede hacer una tomografía computarizada para obtener una imagen más detallada.
Los rayos X torácicos también pueden ayudar a detectar neumonía si parece que su hijo tiene una infección pulmonar.
Tomografía computarizada
La tomografía computarizada (computed tomography scan, CT) es un tipo de rayos X que produce imágenes transversales detalladas del cuerpo. Contrario a una radiografía regular, la CT puede mostrar el detalle en tejidos blandos tal como órganos internos.
Esta prueba puede ayudar a indicar si cualquiera de los ganglios linfáticos u órganos en el cuerpo están agrandados. Generalmente no se necesita para diagnosticar leucemia, pero puede hacerse si el médico sospecha que la leucemia se está desarrollando en los ganglios linfáticos del pecho o en órganos como el bazo o el hígado. Algunas veces también se usa para ver el cerebro y la médula espinal, aunque para esto también se puede usar un MRI.
En lugar de tomar una sola imagen como lo hacen los rayos X regulares, un explorador de tomografía computarizada toma muchas imágenes mientras gira alrededor del cuerpo de su hijo. Luego una computadora combina estas fotografías en imágenes detalladas de la parte de su cuerpo bajo estudio.
Antes del estudio, puede que le pidan a su hijo que tome una solución de contraste y/o reciba una inyección intravenosa (IV) de un tinte de contraste que ayuda a delinear mejor las áreas anormales en el cuerpo. Él o ella pudiera necesitar una línea intravenosa (IV) para inyectarle el material de contraste.
La inyección IV del tinte de contraste puede causar una sensación de sonrojo o calor en el rostro o en otras áreas del cuerpo. Algunas personas son alérgicas y les da urticaria o raras veces otras reacciones más graves como dificultad para respirar y baja presión arterial. Asegúrese de decirle al médico si su hijo tiene alguna alergia o si alguna vez ha tenido alguna reacción a cualquier material de contraste usado para rayos X.
Las tomografías computarizadas requieren más tiempo que los rayos X convencionales. Su hijo necesitará acostarse inmóvil sobre una camilla mientras se realiza el examen. Durante la prueba, la mesa se mueve hacia adentro y hacia afuera del escáner (una máquina en forma de aro que rodea la mesa por completo). Puede que algunos niños necesiten un sedante antes de la prueba. Actualmente, la CT espiral (también conocida como CT helicoidal) se usa en muchos centros médicos. Este tipo de CT usa una máquina más rápida con una menor dosis de radiación, pero provee fotografías más detalladas.
Estudio PET/CT: en los últimos años, se han desarrollado nuevos dispositivos que combinan la CT con una tomografía por emisión de positrones (positron emission tomography, PET). La tomografía por emisión de positrones (positron emission tomography, PET) conlleva inyectar una forma de azúcar radiactiva (conocida como fluordesoxiglucosa o FDG) en la sangre. Debido a que las células cancerosas en el cuerpo crecen rápidamente, éstas absorben grandes cantidades de azúcar radiactivo. Una cámara especial puede entonces crear una imagen de las áreas de radiactividad en el cuerpo. La PET/CT permite al médico comparar las áreas de mayor radioactividad en la PET con la apariencia más detallada de esa área en la CT.
Imágenes por resonancia magnética
Al igual que la CT, las imágenes por resonancia magnética (magnetic resonance imaging, MRI) proveen imágenes detalladas de los tejidos blandos del cuerpo. Sin embargo, la MRI utiliza ondas de radio e imanes potentes en lugar de rayos X. La energía de las ondas de radio es absorbida por el cuerpo y luego liberada en un patrón formado por el tipo de tejido del cuerpo y por ciertas enfermedades. Una computadora traduce el patrón en una imagen muy detallada de las partes del cuerpo.
A menudo se inyecta un material de contraste, llamado gadolinio, en una vena antes del estudio para mostrar mejor los detalles. El material de contraste usualmente no causa reacciones alérgicas.
Los exámenes de MRI son muy útiles para ver el cerebro y la médula espinal.
Las imágenes por resonancia magnética toman más tiempo que las tomografías computarizadas, a menudo hasta una hora. Es posible que su hijo necesite acostarse en el interior de un tubo estrecho, que es confinante y puede ser angustioso, por lo cual algunas veces es necesario sedar al niño. Las nuevas máquinas de MRI más abiertas pueden ser otra opción, aunque aún requieren que su hijo permanezca acostado. Todas las máquinas de MRI emiten zumbidos de alto volumen y ruidos de chasquido que posiblemente parezcan molestos a su hijo. En algunos lugares se ofrecen audífonos o tapones para los oídos con el fin de ayudar a bloquear este ruido.
Ecografía
La ecografía usa ondas sonoras y sus ecos para producir una imagen de los órganos internos o masas. Para esta prueba, se coloca sobre la piel un pequeño instrumento que parece un micrófono y que se llama transductor (que primero se lubrica con gel), el cual emite ondas de sonido y recoge el eco que rebota desde los órganos. Una computadora convierte el eco en una imagen que aparece en la pantalla.
La ecografía se puede usar para observar los ganglios linfáticos cercanos a la superficie del cuerpo o para observar órganos inflamados dentro de su abdomen, como los riñones, el hígado y el bazo. (No se puede usar para observar órganos u ganglios linfáticos en el tórax debido a que las costillas bloquean las ondas sonoras).
Esta prueba es fácil de realizar y en ella no se utiliza radiación. Simplemente su hijo se acuesta sobre una camilla, y el técnico pasa el transductor sobre el área del cuerpo que se está examinando.
Gammagrafía con galio y gammagrafía ósea
Estos estudios no se utilizan con frecuencia para las leucemias infantiles, pero pueden ser útiles si su hijo tiene dolor de huesos que puede deberse ya sea a una infección o a cáncer que involucre los huesos. Si su hijo ya ha sido diagnosticado con leucemia o si ya se realizó una PET (descrita anteriormente), por lo general no hay necesidad de realizar estos estudios.
Para estas pruebas, el médico o enfermera inyecta una pequeña cantidad de un químico ligeramente radioactivo en el torrente sanguíneo, que se acumula en las áreas del cuerpo con cáncer o con infecciones. Entonces un tipo de cámara especial puede ver esas áreas. Las imágenes de estos estudios se ven como “puntos radioactivos” en el cuerpo, pero no proveen muchos detalles. Si un área se ilumina en el estudio, se pueden hacer otros estudios por imágenes, tal como rayos X, CT o MRI para obtener una imagen más detallada. Si existe la posibilidad de que haya leucemia, es posible que sea necesario confirmarlo mediante una biopsia del área.
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